martes, 12 de febrero de 2008

"El Pibe ventajita". Habla uno de los hermanos Basualdo



Aguantábamos el calor de las baldosas en la planta de los pies. Ella tenía cinco, yo nueve. Corríamos por el patio y su cabeza rozó el filo de la mesa. Era verano, estabamos en casa, solíamos comer higos.
Esa tarde llevé herida a mi hermana hasta la bomba de agua, lavé su frente. Sentí en mis manos por primera vez su sangre.
A veces las heridas son espejos: nos devuelven la fragilidad ante quienes amamos.
Mi amor no paraba su hemorragia. Esa tarde mi amor fue inútil.
Silvina me defendió siempre en cada pelea que tuve. Yo no pude defender nada.
Mi hermana todavía se resiste a los abrazos. Es arisca. Ella no perdona lo que hice. Ahora lo cuida a Pontani, lo sigue, lo quiere salvar. La entiendo.
Ella sueña que le arden los pies y corre. Yo pienso que nunca la cuidé. ¿Por qué debería hacerlo?
Siempre se me escurrió entre las manos como esa tarde su sangre.

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