"El agua se me escapa...se me desliza entre los dedos. Me deja huellas en las manos, manchas, relativamente largas de secarse solas o que requieren de un paño. Se me escapa y sin embargo me marca, sin que pueda yo hacer mucho.Ideológicamente es lo mismo: ella se me escapa, escapa a toda definición, pero deja en mi espíritu y sobre este papel algunas huellas, manchas informes"
"Del agua"
Francis Ponge
-I-
Prometeo se acaba de estrenar en el Galpón de Encomiendas y Equipajes de la Plata, espacio de La Grieta. Desde el vamos, un profundo agradecimiento. Siento afecto y, fundamentalmente, un gran respeto por la solvencia tanto del trabajo, como del espacio, que construyeron los integrantes de este colectivo platense.
Esta semana, luego del estreno, la obra inició una discusión en el blog de Daniel Badenes. El repique de los cruces da cuenta de cierto barullo que aquí, en Capital, no se provocó en la dirección que tomaron las opiniones plasmadas en: oficiodeblasfemar.blogspot.com. Bienvenida, entonces, la dicusión. Permitan mi palabra.
-II-
Se discute el contenido de la obra escrita, pero sabemos que éste se plasma como totalidad en diálogo con los múltiples planos que componen el espectáculo. Sin embargo, a la distancia del estreno, el texto tiene una carga predominante. No sólo en cierto protagonismo, sino en una pregunta vertebral que resignifica, aun hoy, la apuesta de esta obra ¿cómo el actor pone el cuerpo a esa materialidad de la palabra? En ese sentido, comparto una apreciación que realizó un invitado a los ensayos abiertos que realizamos en el Konex, a principios del año pasado. “El texto y la puesta están apareándose” Ese tipo de dialéctica no significa que sea un acto vivo, también lo puede ser mecánico. Y en esa fluctuación reside la radicalidad de la materia textual en relación a la puesta en escena. Antes de trabajar algunos puntos de la discusión, quisera abrir con un fragmento que escribí como prólogo del texto de la obra.
--III--
La palabra sustenta la fragilidad. Amalgama sentidos de una configuración inestable. Es unidad en rotación por geografía de cuerpos, acciones, impulsos. Y la argamasa de ese lenguaje en movimiento es nuestra totalidad posible. Las palabras respiran la contingencia de una danza que implosiona en melodías, tensiones, silencios. Un oleaje.
El texto se devela en la individualidad de los actores. La escritura fue permeable al trabajo que realizaron durante más de un año Paula Tabachnik, Eliana Antar, Darío Szraka, Diana Cortajerena, Emanuel Belser, Lucía Rossi y luego Diego Starosta. El punto de partida fue la tragedia que nos convoca, una primera versión y el diálogo constante con Starosta. Luego, el seguimiento de las improvisaciones de seis actores con sillas de madera, el agua como elemento constitutivo de la puesta y una idea del dispositivo escénico.
Mientras escribía, los actores componían partituras sobre las que se montaron las primeras versiones de la obra. Concretaban crecimientos en sus búsquedas y las reconocía en partículas de acción que me permitieron seguir escribiendo.
Algunas capas, subtextos de la obra, surgieron en la mesa de trabajo. Otras, fueron brindadas y descubiertas en los ensayos. Los andariveles de escritura y trabajo actoral han sido autónomos pero tejieron en su progresión un puente implícito. Esos puentes en la composición de una forma gestaron el plan dramatúrgico para este proyecto. Construimos un lenguaje donde el texto es una línea compositiva más, sobre un fondo de matices inherentes a esta dinámica de creación.
En esta pieza nos referimos al balbuceo de un héroe desmoronado. Trazamos una referencia de época pendular que, sin embargo, nos devuelve la sintonía fragrante de una historia reciente. Esas referencias se concretan a través del minucioso cincelado de nuestro lenguaje teatral. Allí, entonces, la primera tensión del material: una errática solvencia. ¿Quién recuerda a Prometeo? ¿Cuál es el sentido de trabajar con el mito de Prometeo en una época de mitologías astilladas? ¿Cuál es el peso político de una evocación de la tragedia?
Se respetó la anatomía estructural de Prometeo Encadenado de Esquilo. Los vínculos y la parábola en el desarrollo de los personajes. Tuvimos en cuenta que evocar y representar una tragedia contiene, intrínseca, una maniobra esencialmente violenta: traspolarla al presente. Quizás, en Prometeo encadenado más que en otra tragedia, el desarrollo de la acción se desenvuelve en una contradicción de los acontecimientos más que en un acontecer en sí. Bien puede haber acción sin actividad o movimiento. Hay un movimiento de los interlocutores, más o menos dinámico, pero esto no es lo determinante de la acción. Todos los personajes acuden al héroe para que devele la causa y el secreto de su encierro. Mientras, un dios traicionado aguarda por desatar su ira. Sabemos de antemano el destino de Prometeo y sin embargo la obra se sostiene en los relatos; en una supuesta recomposición de los hechos.
--*--
Planteamos una puesta en escena desde la imposibilidad de contener el peso de la tragedia. Por lo tanto, evocar será una forma de dislocar lo evocado. En cada evocación, estalla la temporalidad mítica y nuestro Prometeo/Pontani ya no tiene nada que develar, destila un tanteo por las palabras que le permiten confrontar una época oscura.
Esquilo fue una cartografía sobre la definimos nuestro designio. El artificio demuestra su inestable mecanismo sobre la marcha. En Prometeo. Hasta el cuello hay un “Afuera” y un “Adentro”, que funciona por acumulación de un discurso político y el drenaje del mismo mediante relatos confesionales. Una dialéctica de cuatro movimientos y un epílogo: el martirio de Prometeo ya no se presenta en la acción de un águila que devora eternamente sus vísceras, sino en la circularidad del relato.
Hay un Coro que tendrá un carácter regresivo. Se disgregará hasta contener apenas la fibra de un monólogo, donde Hermes/Camoranesi tiene como único mensaje martillar su 9 milímetros sobre un héroe en desgracia. Io/Tobar, es la desterrada; la instancia sensorial de una licencia poética que devela el artificio de una representación agotada. Fuerza y violencia/ Rodríguez y Hefesto/González, en su carácter andrógino, desarrollan una relación tan bufonesca como filosa. En el medio, una radio y los retazos de una discusión sobre el aislamiento. Océano/ Basualdo y Coro de Oceánides/Silvina Basualdo serán hermanos, con las implicancias que denota la arbitrariedad de construir esa relación en territorio hostil. Silvina Basualdo, un contrapunto a la violencia naturalizada que se desarrolla en el cuarto; Basualdo, la mella del oportunismo. Por último hay una anécdota sobre el encierro y una traición en tiempos electorales.
La música y el tempo de la lluvia, utilizados en esta puesta, resultan tan fundamentales como la danza creada por los actores y las sillas. Palabras lavadas, criaturas que agotan hasta el último resto de energía en una coreografía de la incomodidad y el despojo. Un cuarto les da cobijo, ellos merodean, ajustan su pasado en el resguardo de un techo que se les viene encima.
--*--
Mito-tragedia-política. Una particular mirada de la historia y de la derrota. ¿La representación de un lenguaje en tiempos donde lo político se transfigura en caricaturas y borrones? Si el mito se elabora con monumentos fijos del lenguaje, a los que se les solicita reencarnaciones permanentes, conjuga sus materiales recomponiendo ruinas de ocurrido. Definitivamente incompletos, borroneados. Un tratamiento de lo político no será dosificar parodía, cinismo o apego lacrimógeno al relato de los vencidos; sino componer desde la particularización de las heridas. La descarnada fragilidad de una memoria fragmentada es también una herida.
Las resonancias que abre el material pueden ser múltiples. Proponemos abrir, evitar la clausura de una discusión posible. En la obra hay claros referentes que no se nombran y que surgen potenciados como materia fulgurante: un movimiento, una época, una pasión; discursos, palabras. La tensión de acciones en el vacío.
Febrero-Marzo 2007
--IV--
“Para vivir la mitología Prometeica, es necesario distinguir entre la Historia y la imaginación. Más importante que estos dos actos es el DURANTE que llena sentimentalmente el VACIO.”
“Prometeo”, Glauber Rocha.
Es cierto lo que señaló Chávez: la pieza sienta una posición. Se planta, incluso, en su frenética composición escénica. La duda fue una instancia inicial, de charla entre los compañeros del elenco; las preguntas trazan aún su recorrido sobre el material. Preguntas latentes, en mi caso, sobre la forma no sobre el contenido. Este diáloga con las resonancias, con ciertas preguntas que gravitan en cada espectador, en cada función. Como en este caso.
Lo de “Sabato hasta el cuello”, es una chicana que mea fuera de lugar. Sobre “los lugares comunes” y el no aporte de la obra, no diré más. Sólo remito a los posts. Son opiniones y su peso no configura ninguna verdad. Hay sí, una instancia verdadera en el acontecimiento, historia y vida, que a todos, en diferente manera, nos atraviesa. Nos incomoda.
--V--
Luiggi Nono hizo una versión sinfónica de Prometeo. En “El error como necesidad” escribió: Es muy difícil escuchar, en el silencio, a los otros. Otros pensamientos, otros ruidos, otras sonoridades, otras ideas. A través de la escucha, intentamos habitualmente encontrarnos a nosotros mismos en los otros. Queremos encontrar nuestros propios mecanismos, nuestro propio sistema, nuestra racionalidad, en el otro.
Hay en esto una violencia totalmente conservadora. En lugar de escuchar el silencio, de escuchar a los otros, esperamos escucharnos todavía una vez más a nosotros mismos. Esta repetición es académica, conservadora, reaccionaria. Es un muro elevado contra el pensamiento, contra aquello que no es posible explicar, todavía, actualmente. Es el producto de una mentalidad sistemática, basada en los a priori interiores o exteriores, sociales o estéticos. Amamos el confort, la repetición, los mitos; amamos escuchar siempre la misma cosa, con sus pequeñas diferencias que nos permiten demostrar nuestra inteligencia.”
--VI--
No es necesario pergamino militante para tratar estos temas. Nací en los ochenta y tuve, en distintas situaciones y experiencias esa derrota como background. Hablo de una derrota generacional. ¿O ni siquiera en esto estamos de acuerdo? ¿De qué estamos hablando? Pincelada fina de una historia desquiciada. Sí. No hace falta que me ampare en testimonios, hay varios en mí desde que maniobro el recuerdo. Y eso también es una herida. La palabra no dispara por elevación. Es concreta. ¿Walsh es Montoneros? ¿Walsh es el replicante documento? ¿O es eco hiriente que atraviesa la temporalidad circuntancial del afamado documento? ¿Es textura inherente a la experiencia? ¿Pincelada fina?; ¿O es movimiento que rompe el pincel, desparrama la tinta y explosiona el trazo?
La seguimos...
Juanjo Santillán.-
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